Hace unos días me dio una suerte de crisis alérgica a internet. Bien hueona la crisis por cierto.
Como que el asuntito de estar conectado siempre, sumado a que mi pega se basa en esto, me llevó a un colapso desatando toda mi estupidez. Decidí cerrar cuentas, desinstalar programas de IM (no desinstalé los Exploradores Web y clientes de correo porque los necesito para trabajar), esconder PDA, celular, laptop, etc y pregonar un NO a la internet y un sí al aislamiento misántropo.
Me duró 2 días (por suerte).
En ese momento, una de las grandes causas que desató esa suerte de locura fue que me encontré de frentón con los mismos males de la realidad en la virtualidad.
Mi ingenuidad una vez más me jugaba una mala pasada.
Al final pensé: estupidos hay en todas partes, es parte de nuestra patética humanidad y como el inventito este llamado internet lo crearon humanos, tiene que estar consecuentemente sujeto a ciertos grados de estupidez (demasiados a mi parecer).
Lo otro que concluí es que el único punto positivo de internet es que es mi fuente de trabajo y nada más. Toda la parafernalia de las redes sociales la veía de lejos y si bien es cierto participo en algunas de ellas, nunca pero nunca me habían tocado la vena sensible, sólo las veía como una mera entretención, sin embargo, como en todo orden de cosas hay un try{} catch{}, ocurrió algo muy emocionante en lo personal y que fue reencontrarme con un viejo amigo de la infancia, de ahí no hemos parado de acordarnos de los juegos, locuras y cagadas que hacíamos en nuestra infancia.
A pesar del tiempo y el camino recorrido, aún existe en nosotros esa alma de niño.
Lo simpático y paradojalmente -y lo que se imaginan muchos- es que no fue por Facebook el reencuentro....
...fue por el anciano Google.
Mish! :D,
Como que el asuntito de estar conectado siempre, sumado a que mi pega se basa en esto, me llevó a un colapso desatando toda mi estupidez. Decidí cerrar cuentas, desinstalar programas de IM (no desinstalé los Exploradores Web y clientes de correo porque los necesito para trabajar), esconder PDA, celular, laptop, etc y pregonar un NO a la internet y un sí al aislamiento misántropo.
Me duró 2 días (por suerte).
En ese momento, una de las grandes causas que desató esa suerte de locura fue que me encontré de frentón con los mismos males de la realidad en la virtualidad.
Mi ingenuidad una vez más me jugaba una mala pasada.
Al final pensé: estupidos hay en todas partes, es parte de nuestra patética humanidad y como el inventito este llamado internet lo crearon humanos, tiene que estar consecuentemente sujeto a ciertos grados de estupidez (demasiados a mi parecer).
Lo otro que concluí es que el único punto positivo de internet es que es mi fuente de trabajo y nada más. Toda la parafernalia de las redes sociales la veía de lejos y si bien es cierto participo en algunas de ellas, nunca pero nunca me habían tocado la vena sensible, sólo las veía como una mera entretención, sin embargo, como en todo orden de cosas hay un try{} catch{}, ocurrió algo muy emocionante en lo personal y que fue reencontrarme con un viejo amigo de la infancia, de ahí no hemos parado de acordarnos de los juegos, locuras y cagadas que hacíamos en nuestra infancia.
A pesar del tiempo y el camino recorrido, aún existe en nosotros esa alma de niño.
Lo simpático y paradojalmente -y lo que se imaginan muchos- es que no fue por Facebook el reencuentro....
...fue por el anciano Google.
Mish! :D,
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