viernes, 9 de marzo de 2012

Lucy


Hace un año diste tu último respiro. Hace un año que te extrañamos con un sentimiento de profunda tristeza. Durante este tiempo muchas cosas han pasado. Cambios inesperados, situaciones inimaginables han marcado este año. Pero ahora quiero contarte sobre aquellos dos tesoros que tanto amabas y del tercero que viene en camino y que de seguro lo habrías amado con la misma fuerza.

Diego, tu regalón, aquel que cuidaste con tanto amor crece como la mala hierba. Con Liz vivimos admirados de su aguda inteligencia y de su infinita curiosidad. A pesar de la pena que sintió por tu partida él siguió adelante. Parece que esa inocente incredulidad que Diego tiene -eufemismo para referirme a la absoluta racionalidad que padece y que para los creyentes en el más allá o en algo superior podría dar susto- le permitió superar tu partida -guardando las proporciones- fácilmente. Disfrutó su primer año de colegio e incluso lo premiaron el año pasado, en la graducación de kinder, como el niño con el mejor rendimiento de su curso. Sé que eso te habría llenado complétamente de orgullo.

Agustín, aquel que nació en el apogeo de tu enfermedad y que cada vez que te veía te llenaba las piernas con loción, de él te impresionaría la energía y alegría que transmite. Comparte con Diego una aguda inteligencia y, también por cierto, una infinita curiosidad. Lo que no comparte claramente es la tranquilidad. Tiene una energía sin fin, juega, corre y salta. Nos divierte -y se divierte- un montón. Este año va al jardín de la tía Vivi, el mismo al que tu acompañaste a Diego en su primer dia.

La tristeza de tu partida se compensa con la pronta llegada de Gastón Emiliano, nuestro tercer hijo. Hasta ahora va todo bien y es probable que nazca en mayo, el mes de tu cumpleaños. Lamentablemente no podrá conocerte en persona, pero sí te aseguro que nos preocuparemos de compartir con él nuestros hermosos recuerdos que tenemos sobre ti.

Hay una cuarta persona de quien quiero hablarte y que estuvo hasta las últimas contigo, que dio todo lo que podía incondicionalmente. Sé que adivinarías inmediatamente si te preguntara a quien me refiero. Aquella es mi amada Liz y ha demostrado -y lo sigue haciendo- una fortaleza y determinación comparable con la que tu demostraste en vida. A pesar del inmenso dolor que le significó a ella tu partida, salió adelante y te puedo asegurar que fue EL ejemplo que seguimos todos en ese triste momento.

El día de tu partida coincidió con el día de la mujer. Tú fuiste una gran mujer, que siempre dió todo de sí no sólo a su familia sino que también a quienes te rodeaban. Cada uno de nosotros de los que te conocieron pueden dar fe de eso.

El 8 de marzo no solo lo recordaremos como el día de la mujer, sino que lo recordaremos como el día de una gran mujer llamada Lucy Castillo Quezada.